Con dinámicas de grupo, charlas y juegos más de 350 niños, niñas y adolescentes de Colón han aprendido a conocer de sus derechos y deberes. Esto como parte del proyecto “Somos Protección” que realiza la Asociación civil Uniandes en varias comunidades e instituciones educativas del municipio Ayacucho del Estado Táchira.
La iniciativa forma parte del trabajo que viene desarrollando la organización en varios municipios del Estado Táchira y Apure como parte de un programa en el que los derechos de las niñas y niños prevalecen sobre los de los mayores, partiendo que la infancia es una de las poblaciones más vulnerables, sin suficiente capacidad física ni de razonamiento para defenderse ante un acecho del abusador.
Cada 20 noviembre se celebra en todo el mundo el Día Universal del Niño, que cada año recuerda la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el año 1989, pero no puede quedarse en solo un día al año, todos los días debemos ejercer acciones para ni una niña o un niño de Venezuela y el mundo no vivan el trabajo infantil, el abuso, el maltrato y la violencia sexual.
Este tipo de delitos contra la infancia ocurre en todos los estratos sociales, tanto en áreas urbanas como rurales. Lamentablemente, en muchos hogares las niñas y los niños no están exentos de este flagelo: padres, padrastros, tíos, hermanos y abuelos son sus principales abusadores.
La situación atípica que se ha vivido en nuestro país en los últimos años en las que millones de personas han migrado a otros países en busca de mejor situación económica dejando atrás a sus hijos, han provocado una creciente vulnerabilidad en los niños, niñas y adolescentes.
Partiendo de la intervención que realiza Uniandes en Ayacucho los Derechos más vulnerados en la zona norte son el derecho a la identidad, a la educación, seguidos por la violencia infantil y el abuso sexual.
A los 13 años, Carlitos pasó por una experiencia que lo marcó y lo hizo descubrir que la educación era la clave para desarrollarse. En aquel momento, se dirigía hacia la frontera Colombiana por las trochas para trabajar en la venta informal, dos vecinos le habían contado que allá se hacía dinero . Pasó un mes en la ciudad de Cúcuta, sector La Parada, en el trabajo informal (venta de chupetas), recuerda que pasó tres días para vender el contenido de una bolsa de chupetas, dormía junto a otras personas al frente de un depósito de chatarra, su colchón y cobijas eran cartones, no tenía donde bañarse y sus pies mugrientos y con callos por el sudor le generaban dolor y no podía dejar de trabajar.
“Esa situación me hizo darme cuenta de que quería otra cosa para mi vida. Pedí dinero buscando regresar a mi casa, lloré y pedí perdón a mis padres por hacerlos sufrir, empecé a estudiar hasta que logré realmente encontrar una oportunidad. Descubrí que la única forma de desarrollar otra vida era a través de la educación”, cuenta Carlos Melgarejo quien ahora tiene 25 años, es padre de familia, estudiante universitario y líder comunitario.
Escrito por Nancy Ibarra, coordinadora del proyecto Somos Protección Uniandes